martes, 27 de diciembre de 2011

LA ESQUELA MALDITA

Yo se lo dije a ella. Intenté convencerla por todos los medios y fue inútil. Se empeñó y no hubo manera de evitarlo.
Pero empezaré desde el principio.
En 1987 el periódico local publicaba la esquela de Fernando Gomes Santos, con un error de imprenta. El tal Fernando no se se apellidaba Gomes, sino Gómez. Lo que ocurrió aquella extraña jornada solo lo puedo contar desde la lejanía, en aquel momento ni yo mismo lo creí posible.
Fernando Gómez reposaba en su féretro cuando despertó y, sobresaltado, contempló a toda su familia llorando a su alrededor. Los médicos no daban crédito a ese despertar de la muerte y decidieron que había sido un error del doctor que firmó su defunción. Debió de tratarse de algún extraño caso de catalepsia, dirían para ahuyentar el miedo a pensar en un resucitado. Lo que nadie supo jamás es que a miles de kilómetros de allí, un tal Fernando Gomes Santos moría de repente al quedarse sin respiración en su país natal, Brasil, cayendo desplomado en su trabajo.
En 1994 ocurrió otro caso similar. El periódico local volvió a colocar el nombre del difunto con un error garrafal. Esta vez Mercedes Sanz Cardiés moría en Valencia, mientras que Mercedes Sanz Cardiel, nuestra adorable vecina del quinto, volvía de nuevo a la vida tras tres años intubada en el hospital.
En 2007 investigué a fondo y descubrí dos nuevos errores ortográficos en aquella esquela maldita salida de un cuento de terror. Intenté contactar con el director del periódico pero fue imposible llegar a saber quien era el causante de tales estropicios. Nunca dejaron que conociera el nombre del encargado de necrológicas.
Y así llegamos a 2011. Mi madre se empeñó, cabezona como nadie, en que la esquela de defunción de la tía Hortensia saliera en el diario local. Ella, ignorante de todas las esquelas que erróneamente habían causado la muerte de personas equivocadas, quería que todo el pueblo llorase la muerte de su cuñada.
Y yo, temblando de miedo, fui a comprar aquella mañana el periódico. En cuanto lo abrí supe que algo iría mal. La esquela estaba perfectamente escrita, no había error ortográfico alguno. "Hortensia Giménez Giménez", falleció el 10 de diciembre de 2011.
Mientras yo leía aquellas palabras impresas en negro en el diario, mi madre caía desplomada en el pasillo de mi casa. Muerta, a la vez que la esquela maldita publicaba su nombre. Se llamaba igual que su cuñada, casualidades de la vida.
Y hoy lloro su ausencia en esta habitación solitaria. Nadie creyó en mis teorías y el periódico siguió publicando aquella esquela maldita. Desde donde estoy no puedo investigar quien muere y quien renace, pero sé que todo continúa....

Ahora pido ayuda a quien lea estas palabras. Deben investigar y descubrir quién escribe en el diario local, quién publica esa esquela maldita, antes de que salgan nuestros nombres. Por favor, no os descuides, una mañana puede ser el vuestro...