domingo, 25 de agosto de 2013

LA SEÑORA DE LAS MOSCAS



La conocí en un trabajo y me causó pavor contemplar su rostro. Unos ojos negros, profundos, sin apenas sentimiento humano, escrutaban el aire de la oficina. Nunca pensé que ese instinto que me avisaba de no acercarme a ella, fuera a convertirse en verdadero pánico.
Me enteré en las noticias de las dos. Varios jóvenes habían sido hallados en la orilla del río, muertos. Unas horribles heridas en sus cuerpos, causadas por la famosa mosca negra eran la causa oficial de la muerte.
En la ciudad se había declarado el toque de queda. A partir de la puesta de sol, todo el mundo debía estar en sus casas, encerrado, sin abrir ventanas. Se temía una plaga de mosca negra, debido a las extrañas y abundantes lluvias de la primavera.
En el trabajo todo transcurría con normalidad. Ella había desaparecido. En aquellos momentos no caí. Casi había olvidado ese mudo rostro que nunca sonreía.
Hace dos días recibí una escueta nota en mi buzón. Era ella. Me contaba que había huido de la ciudad, que sentía miedo de su poder. Me aseguraba que ella no quiso que sus amigos murieran a la orilla del río. No pudo controlarlas. Me rogaba que hablara con las autoridades para que levantaran el toque de queda. No existía ninguna plaga de mosca negra. Solo su mal humor....