domingo, 20 de octubre de 2013

RESEÑA DE "VORAZ" DE FERMÍN MORENO


EL AUTOR

Escritor y traductor zaragozano del inglés, francés e italiano al castellano. Coeditor de Ediciones Tusitala, bajo cuyo sello aparece la revista de género fantástico Sable. Licenciado por el INEF y profesos en activo, cuyos relatos y poemas escritos en dichos idiomas pueden leerse en publicaciones tan diferentes como Antipodean Science Fiction (Australia), Bewildering Stories (EEUU), Axxón (Argentina), Twister Tongue (Gran Bretaña, Horrifique (Quebec), entre otras publicaciones españolas como Cthulu, Lhork, o Calabazas en el Trastero, y dentro de la línea Z de Dolmen, en la Antología Z volumen 2, y en la Antología Z volumen 4, con los relatos "Carne de tu carne" y "Carne tabú".
Voraz es su cuarta novela publicada, tras "Forastero en cuerpo extraño" (ED. Parnaso, 2005), "La Perdición Fucsia" (Ed. Nalvay, 2011) y "El vuelo del Oricú" (Scyla Ebook, 2013).

SINOPSIS

En Voraz se recrean a lo largo de cuatro actos especies humanas nuevas que se entremezclan y cohabitan en permanente pugna por la supervivencia, en donde el Homo Sapiens es tan solo otro eslabón más de la cadena que lucha sin esperanza por continuar existiendo, en tanto que las nuevas especies van ganando terreno paulatinamente y marcan con sangre su propio territorio sin perder ni un solo instante su fin último: sobrevivir. Sobrevivir a los muertos.

RESEÑA

Si Darwin resucitara de entre los muertos, no dudaría en quedar a tomar café con Fermín Moreno. Su fantástica recreación de un mundo apocalíptico, donde el Homo Sapiens olvida su inteligencia en detrimento de sus instintos más básicos, le causarían un shock al rey de la teoría de la evolución.
En una novela catalogada como de género zombie, los muertos vivientes pasan rápidamente a un segundo plano para dejar paso al protagonismo de las nuevas especies que surgen para lograr sobrevivir a los muertos.
Trepidante la aventura, Fermín consigue enganchar al lector en la trama en las primeras páginas de su novela. Su prosa es, a la vez erudita y sencilla. Busca palabras inteligentes para describir lo difícil pero se recrea en las descripciones sencillas para dar fluidez a sus prosa.
Para los lectores de género zombie es una novela novedosa que les gustará mucho. Su recreación en las descripciones viscerales y de ámbito sexual hacen del libro un suculento manjar para los amantes del terror duro.
Para los lectores no tan amantes de la cruda descripción de la muerte y de escenas rudas de sexo, no por vicio sino por instinto básico, les agradará igualmente. No es una novela de zombies. Es diferente. Una historia que mezcla el género de los resucitados, con el más puro terror ancestral a no poder satisfacer nuestros instintos más primarios.

OPINIÓN PERSONAL

Cuando terminé de leer la novela, una pregunta giró en mi desorientada mente. ¿El hombre no es el último eslabón de la cadena? ¿La descabellada teoría de Fermín Moreno podría llegar a convertirse en realidad? Realmente su novela da mucho miedo.

LO MEJOR

La perfecta descripición de un mundo apocalíptico inmerso en la Cuarta Glaciación. La vorágine de nuevas especies que pululan en ese extraño mundo plagado de muertos vivientes y el recorrido evolucionista, que nos muestra su autor, del hombre en su actitud y en lo que es capaz de dejar atrás para sobrevivir como especie.

LO PEOR

La descripción exagerada para mi gusto en las escenas sexuales. El comienzo del libro asusta en ese sentido, pero una vez pasado el mal trago de leer e imaginar esas cruentas escenas, comienzas a darte cuenta de que el sexo es un instinto primario del ser humano, y que si no fuese por la cultura, posiblemente, ese horror sexual descrito por Fermín Moreno sería real y no una invención de novela.

He echado de menos más descripciones del escenario de la novela como el que describe la Zaragoza sepultada bajo el manto de la glaciación.




domingo, 25 de agosto de 2013

LA SEÑORA DE LAS MOSCAS



La conocí en un trabajo y me causó pavor contemplar su rostro. Unos ojos negros, profundos, sin apenas sentimiento humano, escrutaban el aire de la oficina. Nunca pensé que ese instinto que me avisaba de no acercarme a ella, fuera a convertirse en verdadero pánico.
Me enteré en las noticias de las dos. Varios jóvenes habían sido hallados en la orilla del río, muertos. Unas horribles heridas en sus cuerpos, causadas por la famosa mosca negra eran la causa oficial de la muerte.
En la ciudad se había declarado el toque de queda. A partir de la puesta de sol, todo el mundo debía estar en sus casas, encerrado, sin abrir ventanas. Se temía una plaga de mosca negra, debido a las extrañas y abundantes lluvias de la primavera.
En el trabajo todo transcurría con normalidad. Ella había desaparecido. En aquellos momentos no caí. Casi había olvidado ese mudo rostro que nunca sonreía.
Hace dos días recibí una escueta nota en mi buzón. Era ella. Me contaba que había huido de la ciudad, que sentía miedo de su poder. Me aseguraba que ella no quiso que sus amigos murieran a la orilla del río. No pudo controlarlas. Me rogaba que hablara con las autoridades para que levantaran el toque de queda. No existía ninguna plaga de mosca negra. Solo su mal humor....

viernes, 31 de mayo de 2013

LA MOTA

La lectura de aquella noche la tenía absorta. No pensaba. Su cerebro se hallaba vacío de malos pensamientos. Sólo las letras, que unidas formaban la historia, bailaban en su mundo interior, plagando sus neuronas de muertos, de dramas, de amores perdidos, de historias inventadas.
A esas altas horas de la noche se oía ulular a una lechuza. Sabía que era una lechuza porque la había espiado a través del visillo de su ventana una noche. Dormía en un grandioso laurel que creía salvaje en un solar vacío a la espera de ladrillo y, sobretodo, de dinero para crecer.
Una mota apareció en su libro electrónico. Desde que se lo habían regalado, casi siempre prefería irse a la cama con él. Echaba de menos el aroma de las hojas de los libros antiguos, pero esos los reservaba para sus viajes relámpagos a alguna playa perdida.
Pasó sus dedos por encima de su pantalla y la mota no se movió. Pensó quizá que era una mancha de la propia página, un archivo dañado o una fotocopia mal hecha subida a internet de forma ilegal. No le dio importancia y continuó en su lectura.
Al cabo de unos minutos o de unas horas; había perdido la noción del tiempo, enfrascada en la lectura, decidió poner punto y final a la sesión de la noche. Cerró el libro y se levantó para ir al baño.
En el espejo del lavabo la contempló. La mota seguía allí, no se había esfumado de su ojo al apagar el ebook. Y parecía más grande. Se restregó con el nudillo de su mano derecha, primero muy suave, y después con más ímpetu. La mota seguía allí, incluso parecía haberse hecho más grande.
Asustada, se acercó a su móvil y envió un mensaje. Al momento escuchó el habitual sonido de pajarito de su teléfono y leyó con rapidez.
"Anda, lávate con manzanilla, se te habrá metido una pestaña en el ojo, no seas paranoica, mujer".
Medio cabreada, medio divertida, fue a la cocina y puso agua a calentar. Mientras hervía el líquido, hizo zapping con el mando del televisor. Era ya muy tarde y la tele basura reinaba en todos los canales. Pasó los más de sesenta canales a la velocidad de la luz, hasta que en un descuido se percató de que su mota ocupaba una cuarta parte de la pantalla.
¿Se estaría quedando ciega? Regresó al cuarto de baño y se acercó al espejo, esperando ver a la molesta pestaña que invadía su ojo izquierdo.
Con los dedos de la mano izquierda se abrió el párpado y observó su ojo, que se movía nervioso de un lado a otro. Huía, o eso le pareció. Intentaba por todos los medios no ser invadido por la mota, cada vez más grande que iba apoderándose de toda la zona blanca del ojo, cubriéndola de una extraña oscuridad.....




Andrea llevaba dos días sin dar señales de vida. No contestaba al teléfono, no acudía la trabajo, y lo más extraño, no interaccionaba en las redes sociales, donde era muy popular.
La alarma la dio un vecino al percibir un extraño olor, como a fruta demasiado madura, casi como si estuviera podrida. Y llegaron los bomberos, y la policía, y la UVI móvil. Rompieron la puerta del apartamento de Andrea con un hacha y la encontraron en la cama, tumbada, inerte.
El olor se extendió por todo el bloque y hubo que colocarse pañuelos en la nariz para no vomitar. El cuerpo estaba hinchado y negro, los gusanos ya campaban a sus anchas por el cuerpo desnudo de la joven, y unas cuantas moscas, las de la muerte, revoloteaban por la habitación.
La autopsia no pudo esclarecer la causa de la muerte. Tuvieron su cuerpo en el Instituto Anatómico Forense de la ciudad mucho tiempo, estudiándolo. Llamaba la atención de los médicos que los ojos de Andrea estuvieran negros, como invadidos por una mancha que se había alimentado de sus iris.

Al cabo de unos meses, todas las personas que estuvieron en contacto con el cadáver, policías, bomberos, médicos, forenses.... comenzaron a ver una pequeña mota en su ojo izquierdo, al principio poco molesta, a la que no dieron ninguna importancia, hasta que.....

domingo, 21 de abril de 2013

EL APAGÓN

El sol está apagado. Hace diez meses que las nubes cubrieron la Tierra. Hace dos años que el ser humano dejó de habitar el planeta.
Ahora la pueblan espectros. Sombras inertes de seres que un día rieron y amaron. Ahora pasean por una estepa yerma, envueltos en una bruma negra que los mantiene con vida. Pero ellos hace días que están muertos.
¿Qué ocurrió? No quedó testigo alguno del acontecimiento. No pudo nadie escribir un relato para el futuro. La historia de la humanidad murió el mismo día en que el sol se apagó.
Tormentas de hielo nublaron el planeta. El aire arrancaba cabezas y elevaba hacia los cielos a hombres, caballos, hormigas. Todos eran iguales para el huracán asesino que asoló el mundo. Y la vida tal cual la había conocido el hombre, desapareció.
Ya no hay noches ni días. No hay sol ni estrellas, ni luna. Todo es oscuridad. Las sombras, que antaño fueron humanas, pasean por la Tierra muerta. No hablan, no comen, no aman. Fueron devorados por el frío. Pero no murieron. ¿Fue un castigo? ¿Un Dios, airado, las envió como la última plaga de una Biblia cruel? Podría ser, pero nada ni nadie se hallaba allá fuera para salvarlos de la oscuridad y del olvido. Era el destino final de la vida misma.
Con el sol murió la historia, los recuerdos y el amor. Todo se volvió gris, como el paisaje ceniciento que queda tras la erupción de un volcán que arrasaría con el mundo.
El sol se apagó. Alguien o algo lo desenchufó del generador universal de la vida para acabar con las almas perdidas de una humanidad que hacía años caminaba errática y sin rumbo....


Hace dos días que se han acercado a examinar el planeta. Desde el espacio se observa que ya no es azul, la atmósfera ha desaparecido y el color que se transmite a través de la imagen de las pantallas de la extraña nave, que flota ingrávida, es el gris, sin matices, un gris sin alma, como todo lo que ha quedado en ese planeta muerto en vida.
Todo está preparado ya. Las naves descienden y aterrizan en los duros y helados suelos de la Tierra. Se abren las compuertas y se extienden las rampas de salida. Unos seres mecánicos, negros, como la noche que ilumina el planeta, surgen del interior, en formación. Como un ejército invasor, penetran en el planeta azul, que ahora es gris y está triste.
Las sombras emergen de sus cuevas. Algo las llama sin emitir sonido alguno. Se sienten atraídas por una fuerza inexplicable y sin sentido. Millones y millones de seres apagados, sin alma y sin libertad de pensamiento, se detienen al llegar a las naves. Enfrente, el ejército de robots los analiza con sus escanéres manuales. En las pantallas de las naves aparecen claramente los resultados de sus análisis.

"Están todos apagados. No queda ni un solo átomo de luz en sus cuerpos. Podemos recogerlos"

Todos los seres avanzan, atraídos por la fuerza que ejerce la radiación que emiten las naves. El ejército permanece vigilante. Ha abierto un pasillo para dejar pasar a las sombras. Penetran en la nave sin mirar atrás. Ya no piensan. Ninguna analiza la situación. Ninguna siente temor ni rebeldía. No queda nada humano que ilumine los corazones de estos espectros.
La Tierra ha quedado vacía de vida. Todo ha terminado. Lejos, en un universo lejano existe un planeta activo. Un planeta repleto de seres muertos que trabajan. Son esclavos del universo. De allí extraen la luz que ilumina las estrellas. La energía es transportada a nuevos soles que se encenderán y crearán vida de nuevo.
Cuando los nuevos planetas creados a partir de esos nuevos soles están preparados y superpoblados de seres opacos, las naves se acercan, sigilosas, y apagan los soles que les han dado la vida. Le extraen la pila de energía que los mantenían con vida y aguardan, escondidas, tras una luna cualquiera, a que el tiempo haga el trabajo sucio. Y así ha ocurrido siempre, durante toda la eternidad, y así seguirá ocurriendo. Es el ciclo infinito de la vida del Universo.


La Tierra continua girando, sola, muerta. Sin sol que la alimente, ha perdido el alma. Solo una pequeña sombra surge de una cueva. Negra como la noche que la acompaña, olfatea el aire vacío de oxígeno. Ha hallado una nueva forma de sobrevivir. Se alimenta lamiendo las piedras y no necesita luz para existir. Sus ojos amarillos escrutan el espacio, se elevan al cielo negro y un atisbo de sonrisa rebelde los ilumina una décima de segundo....