martes, 3 de abril de 2012

EL TROYANO

¿Por qué en facebook se comparte tanta mierda?
Eso me preguntaba Carlota, mientras mordía con ansías una grasienta hamburguesa del Mc Donalds. Y yo pensaba: " Y tú, ¿Por qué sigues comiendo esa mierda, si te pone como una foca?"
Pero no dejé que ese nefasto pensamiento cobrara vida en mi boca y destrozara la única tarde libre que podía compartir con ella. Porque Carlota me gustaba, no me importaban sus mollas, ni sus vestidos anchos para ocultar sus curvas. Al contrario, estimulaban mi líbido y me encantaba perderme entre sus pliegues cuando retozaba con ella en la inmensa cama de su apartamento.
Esa tarde, Carlota estaba enfadada. En su perfil de facebook se había colado un troyano. Un ser invisible, sin nombre, que se dedicaba de forma anónima a colgar fotos de chicas desnudas en su muro y a proclamar a los cuatro vientos que Carlota era lesbiana.
El mundo virtual parece un lugar abierto a todo, libre de prejuicios, ajeno al racismo y a la homofobia, pero nada más lejos de la realidad. Es un nido de víboras, donde hay que seguir los cánones de las buenas maneras y del mundo real. Nada de salirse de los convencionalismos.
Desde que el troyano se colara en su facebook, Carlota había perdido una larga lista de contactos. Sus amigos de toda la vida habían huido despavoridos de aquel muro repleto de fotos de chicas desnudas haciéndose cosas entre ellas. Y eso que se proclamaban liberales y colgaban banderas arco iris en sus muros. ¡Qué decepción para Carlota!.
Carlota estaba cabreada y triste. Esa mañana había decidido cancelar la cuenta y quedar conmigo. Le apetecía una hamburguesa triple, de esas que cuando las muerdes, el queso surge por todos los lados y te pringas hasta los codos. ¡Qué asco!
Yo sonreía. Ella estaba enfadada, y yo feliz. Por fin había conseguido mi objetivo. Carlota había dejado de navegar en el mundo virtual para regresar a las tardes de merienda y de cine a mi lado.
Ahora solo me quedaba lo más difícil. Ya tenía el material preparado en mi casa, escondido en una caja de zapatos bajo la cama.
Dentro de dos días Carlota recibiría un anónimo. A ella le encantaban las citas a ciegas. Y yo me había propuesto darle un escarmiento real y definitivo si aceptaba quedar con el ser anónimo que la escribía.
Aunque si soy sincero, debía estarle agradecido a las redes sociales y a su costumbre de quedar con todo el mundo, el haberla conocido. Si no hubiera sido por facebook nunca habría tenido esa cita con ella en este mismo Mc Donalds.
Aquella tarde repasé mentalmente todos mis pasos para no dejarme nada en el aire. Ella ignoraba que yo había sido el troyano que destrozara su cuenta de internet. También había sido yo el causante de los destrozos en su garaje meses antes. Ahora tenía miedo de volver sola a casa cuando salía y me pedía siempre que la acompañara. Y yo fui el culpable de que sus padres y hermanos dejaran de acosarla con sus llamadas y sus invitaciones de domingo.
Carlota no era muy inteligente y no había atado cabos. Se adaptaba a sus pequeñas desgracias y se apoyaba en mi presencia. Así, poco a poco, ella estaba dejando de existir para el mundo. Se estaba convirtiendo en un ser anónimo, sin amigos, sin familia, sin red social. El final se hallaba cerca, como el de las otras. Su desaparición no levantaría revuelo, ni siquiera una pequeña reseña en un periódico local. Nadie la echaría de menos y nadie denunciaría su desaparición.
Solo me faltaba que ya no quisiera seguir chateando con desconocidos, que solo quisiera estar conmigo. Dos días y se solucionarían todos los problemas. Carlota iba a ser mía, solo para mí.....