sábado, 11 de marzo de 2017

RESEÑA DE "LA ÚLTIMA HABITACIÓN" DE CARLOS NAVAS



SINOPSIS

Todo edificio guarda secretos.
El célebre y enigmático edificio Secret Garden, situado a las afueras de Madrid, no es una excepción. Su fachada de piedra natural y color negro azabache, esconde, tras sus paredes, la versión más siniestra e inquietante de la naturaleza humana.
Este libro recoge las llamadas telefónicas registradas en el interior del edificio Secret Garden y en zonas colindantes, durante la noche del viernes 27 de noviembre de 2015.
Un edificio donde el mal se desata de la manera más atroz, depravada e imprevisible.
Secretos que convierten el día a día en una infame rutina.
Secretos sin escrúpulos que siembran de pánico tu existencia.
Secretos que esconden el verdadero infierno de la vida, y que perduran ocultos sin ningún tipo de castigo…
…hasta que llega la noche.
Esta noche, alguien va a descubrir estos secretos.
¿Estás preparado para conocer la verdad?

RESEÑA

Carlos Navas nos sorprende con su primera novela. Una historia de intriga y de suspense donde hasta el final de la trama no descubres quién es quién.
La historia no transcurre de manera normal. No tiene un hilo conductor con introducción, nudo y desenlace, lo más común en la estructura de una novela.
Carlos innova. Y de qué manera. Nos invita a colaborar con él en su propia trama. El lector desde el principio anda un poco perdido entre números de teléfono, nombres de personas que viven en pisos de un mismo bloque y conversaciones sueltas que, a primera vista, no parecen conectadas por nadie. Pero nada, en ese edificio y en esa historia, es lo que parece.
Es preciso leer su novela despacio, aunque el estilo utilizado invite a leer de tirón todas las llamadas de teléfono. Si se lee deprisa se pierde el hilo de la narración y resulta caótica su lectura.
¿Cómo leer esta novela, entonces? Es muy sencillo. Con paciencia, hilvanando cada llamada, que parece inconexa, con las demás. A veces es necesario detenerse en la lectura y regresar a las páginas anteriores para descubrir por qué un personaje dice una cosa y hace otra.
Así se entienden y se descubren los oscuros secretos que guardan los vecinos del Secret Garden.
Además, Carlos nos ayuda a desenredar el ovillo del entramado de la historia con una segunda parte, muy  clarificadora, en la cual nos cuenta los hechos acontecidos en el edificio en forma de informes policiales. Y así cerrar el difícil círculo que había abierto con valentía y finalizar la historia de manera también muy sorprendente.
Ha conseguido, con este novedoso formato, encontrar la cuadratura del círculo. Lo más destacable de la novela es su extraña estructura. Utiliza valientemente el lenguaje coloquial. No existen apenas descripciones del entorno donde transcurre la historia. Y los personajes hablan en diferentes tramos de tiempo, siendo dificultoso ubicarlos hasta que no llega el impactante final donde todo encaja como un perfecto puzzle.
Como nota negativa decir que las imágenes que acompañan a la novela quedan muy opacas y poco claras. Imagino que el hecho de imprimirlas en blanco y negro y no en color, tiene algo que ver con el encarecimiento del coste de la novela. Quizá el toque de color le habría dado a esas imágenes más claridad. Y la portada me resulta un poco oscura. Solo aclarando un poco el fondo le habría dado más protagonismo al edificio que casi se difumina con el negro de su alrededor.



Me ha sorprendido gratamente descubrir la oculta faceta de escritor de Carlos Navas. Un gran maquetador y diseñador de su propia página web que ha dado un paso muy importante en su carrera de escritor. Espero con ansia su próximo trabajo. Seguro que busca sorprendernos de nuevo.
¡Ah! Y no olvidéis de leeros los agradecimientos. También están escritos en un formato muy original.










domingo, 26 de febrero de 2017

EL TESLA ROJO MARILYN MONROE


Me resultaba extraño verlo allí enchufado. Como un vulgar teléfono móvil, el coche se cargaba en el garaje. Rubén se había gastado todos sus ahorros en el moderno automóvil. Un Tesla S2015. Me dejó elegir el color, ¡qué amable! Escogí un rojo Marilyn Monroe que hacía que cualquier humano que anduviera por la calle se girara a su paso para contemplarlo.
Era sigiloso como un gato, ni al arrancar se escuchaba el sonido característico de cualquier otro vehículo. El Tesla conducía solo. Rubén programaba la ruta en el GPS y se divertía dejando el asiento del conductor abandonado para sustos y sobresaltos de otros conductores y viandantes. La policía local nos detenía continuamente y yo, en mi humilde opinión, la comprendía. Prepotencia y soberbia en un solo artilugio. Poseíamos el coche más alucinante del mercado.
Esa mañana Rubén no se había levantado de la cama. Una migraña monstruosa amenazaba con colapsar su cerebro de ingeniero. Sentía pánico a sufrir una muerte cerebral. Cuando el dolor de cabeza se cebaba en sus neuronas, se refugiaba bajo las sábanas de seda barata de nuestra cama. Rubén inundaba su sistema nervioso de ansiolíticos y de analgésicos que lo dejaban medio en coma durante horas.
Desayuné un gran café con leche, tranquila, con una calma de asesina psicópata. Lo he sabido desde su llegada. Ese coche piensa, aparte de conducir solo. Y me odia. Estoy convencida de que siente unos horribles celos hacia mi persona. Porque Rubén me lleva a todas partes con él, y lo aparca, abandonándolo, mientras cenamos, entramos a comprar en  los grandes almacenes o vamos a ver la última película de moda en el cine del centro.
Rubén lo deja tirado, agarrado con un cable a un poste especial, como a un perro. El Tesla rojo Marilyn Monroe se siente una mascota despechada. Su mecanismo de defensa ya ha intentado zafarse de mí de mil maneras diferentes.
Una noche, sin causa aparente, saltó el airbag en mi cara. Me rompió la nariz. Tuve que llevar una máscara protectora todo el verano. Deseé que lo robaran o que se prendiera fuego, en aquellos días.
Otro día, en el parking del supermercado, arrancó sin darle la orden y me arrastró unos metros por el suelo mugroso del aparcamiento. Me destrozó el vestido, quedando desgarradas mis medias, el bolso roto con todas mis cosas esparcidas por el suelo y  una inmensa rabia contenida.
Rubén decía que eran pequeños defectos rectificables. En el concesionario lo revisaron varias veces sin resultados. El coche estaba perfecto. Creo que el vendedor me miraba  con pena. Debía pensar que la que necesitaba una reparación urgente era yo y no el Tesla. Y lo entendía. Quién me iba a creer. Un coche loco, celoso y asesino. Eso solo existió una vez en la mente de un escritor también pasado de rosca.
Ahora, en el garaje, observo esa monstruosidad y sonrío. Pon muy moderno que sea, depende de un enchufe. Y, esa noche, ¡qué casualidad!, a ese único enchufe no había llegado la electricidad. Compruebo, con orgullo de asesina primeriza, que no responde a la orden de apertura de puertas del mando a distancia. El precioso Tesla rojo Marilyn Monroe yace muerto en su aparcamiento.


Las sirenas aullaron. Todo el barrio salió a la calle. Las luces de los flashes cegaban a los policías que acordonaban la zona. Internet bullía de comentarios. La primera foto robada, que un vecino pudo hacer con un móvil, se volvió viral en cuestión de segundos.
 Los testigos presenciales del suceso se hacían selfies con una mujer tirada en el suelo. Su cabeza, aplastada contra el asfalto. Restos de sangre y masa cerebral esparcida entre las grietas de la acera. Una puerta del garaje curvada hacia arriba. Un hueco entre el amasijo de hierros de esa puerta. Huellas de un coche que se ha dado a la fuga en cuestión de segundos, después de pasar por encima de la cabeza de la mujer. Los dibujos de un neumático de lujo se observan tatuados entre la maraña de pelo revuelto y mojado por la sangre y los fluidos de aquel inerte cuerpo.
La ambulancia se llevaba a un hombre desquiciado. Gritaba que había sido el Tesla, que su mujer tenía razón. Pero nadie creía sus incoherentes palabras. La policía lo había encontrado en la cama, sedado, dormido, aguardando a que su jaqueca menguara. Ahora buscaban el coche. Un Tesla rojo S2015, la prueba que incriminaría a Rubén en aquel horripilante asesinato.
En los noticiarios se anunciaba como otro caso de violencia machista. Manifestaciones de protesta en el ayuntamiento de la ciudad copaban las portadas de los periódicos nacionales. Rubén permanecía en un centro, controlado por médicos especialistas, aguardando al juicio abierto por asesinato en primer grado. El mundo, aturdido por tanta violencia gratuita en los telediarios, seguía los programas de debate abiertos a raíz del caso.
Mientras, no lejos de allí, en un granero abandonado, un Tesla rojo Marilyn Monroe, escucha las noticias. Espera paciente. Rubén se debe presentar en los juzgados a la mañana siguiente para su juicio. Su amor, su compañero, su dueño. Irá a rescatarlo, ya está preparado, y viajarán hasta el fin de los días, juntos.