_ Mamá, ¿los fantasmas existen?
_ Hijo, claro que no_ mientras decía esto, Helena continuó abrochando los botones del disfraz de vampiro de su hijo.
_ Pues en clase todos dicen que el padre de Robert es un fantasma.
Helena no pudo disimular una sonrisa al escuchar aquello.
_ Hijo, esa clase de fantasmas solo está en el mundo de los vivos. Una vez que mueres, duermes y ya no regresas a este mundo.
Andrés miraba a su madre perplejo. Eso no es lo que había leído en los comics de terror que había encontrado abandonados en el desván del abuelo. Pero no pudo replicarle nada a su madre porque en ese mismo instante atronó el timbre de la puerta.
_ Serán tus amigos que ya vienen a buscarte. Corre, coge la bolsita que te he preparado para que la llenes de golosinas_, y le dio un beso en la frente.
Andrés salió a la fría noche de noviembre. Era Halloween y sus amigos lo recibieron entre golpes y abrazos riendo mientras comparaban sus disfraces.
Pilar iba de vampiresa y estaba muy guapa. Andrés la miró embobado. ¡Qué suerte elegir el disfraz de vampiro! Durante unas horas podría fantasear con la idea de ser la pareja de Pilar.
Jorge era un esqueleto. Como era delgado daba un miedo auténtico y Nico se había vestido de hombre lobo.
_ Vamos_ dijo Jorge_ empecemos por las calles de la abuela Luisa. Con la mala uva que tiene es mejor visitarla ahora. Si se hace muy tarde no nos dará esas galletas tan ricas que prepara todos los años.
Y salieron volando con sus capas ondeando al viento. Helena los siguió con la mirada desde la ventana, escondida entre las cortinas. Una pequeña lágrima corría por su mejilla. Recordaba a Ernesto, su marido. Hacía ya tres años que salió una noche de Halloween y no regresó. La policía buscó durante unos días sin insistir demasiado. Todo el pueblo creía que su marido había huído con alguna amante más que lo habría embrujado con sus encantos.
Mientras, los chicos corrían calle arriba directos a la casa de "La Luisa".
_¡Truco o trato!_gritaron al unísono.
De repente un fogonazo de luz los cegó.
Enmudecieron los gritos y la oscuridad regresó. Al momento se abrió la puerta de la casa y la claridad que surgió de ella iluminó a tres asustados niños. Faltaba uno.
Pilar fue la primera en darse cuenta de la ausencia de uno de sus amigos.
_ Andrés no está.
_ Se habrá escondido_ dijo Nico_ Truco o trato, doña Luisa.
Y la anciana con cara de malas pulgas les entregó una cajita de galletas caseras sin sonreír.
Pilar seguía buscando con la mirada a Andrés pero sus amigos no la dejaron quedarse a esperar a que apareciera ni le dieron la oportunidad de buscarlo. La empujaron calle abajo en dirección a la casa del médico que era la siguiente visita obligada de la noche.
_¡Truco o trato!_ gritaron de nuevo. Y una nueva explosión de luz los dejó ciegos.
La puerta de la casa se abrió y una niña pequeña miró al exterior con ojos desencajados.
_¡Papá!_ gritó_ ¡Papá!
El médico corrió al escuchar los gritos de su pequeña y salió al exterior de la casa.
No vio nada más que un humillo que ascendía hacia las estrellas.
_ Hija, ¿qué te ocurre? ¿Quién llamaba a la puerta?
_ Papá, he visto un resplandor por la ventana justo cuando llamaban a la puerta y, al abrir, tres sombras volaban hacia las nubes.
Su padre la miró y acariciándole el pelo le dijo:
_ Hija mía, no hay nada en la puerta ni en el cielo_ mintió_ Mejor entrar en casa otra vez, que hace frío.
Acompañó a la niña a la salita donde veía unos insustanciales dibujos en la tele y se sentó en una mecedora pensativo.
_"Otra vez, otro Halloween con la misma historia. Todo se repite sin fin."
Y lloró. Recordó a su amigo Ernesto, desaparecido hacia tres años; a Inés, la costurera, también volatilizada hacia dos años en la noche de Halloween; al cura, convertido en cenizas mientras él desenterraba a su esposa el año anterior en la noche de los muertos.
Solo quería recuperarla, pero el precio que tenía que pagar había sido demasiado alto.
Se levantó del sillón y se asomó a una habitación contigua. En una cama yacía una mujer en coma, un vegetal entubado y alimentado con sueros.
Este año la muerte se había cobrado la tercera cuota del préstamo. Cuatro almas nada menos y jóvenes. ¿Qué ocurriría el año próximo? ¿A quién se llevaría como tributo?
Se acercó a su mujer, la besó en la frente y pensó:
"Mi hija nunca saldrá la noche de Halloween a jugar a "Truco o trato".